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4 de mayo de 2011

Compendio de escritos de la temprana edad (Parte Tres Millones)

XI
Aún recuerdo el calor de nuestros cuerpos, esos días insanos en los que me daban ganas de gritarte "¡párteme en dos, soy tu puta!"
Siento el latir de tu sexo entre mis piernas, tu agitado respirar sobre mis pechos.
¡Párteme en dos que soy tu puta!
Son estos secretos tristes e infernales "hazme el amor de hombre a hombre" decía el anónimo. Aunque la respuesta aleatoria de los crímenes cometidos por el karma haga inclinar la balanza hacia el extremo derecho de la cama, donde la navegante está viendo como las almas de los desfallecidos escapan a través de los gritos proferidos por sus poros compasivos. Me gusta la gente que no habla con cordura, nos entendemos perfectamente. Encerrados en uno de los círculos descritos por Dante, en los que el egoísmo nos hace cortar flores, para preservar su belleza visible sólo ante ojos flameados. Durante los finitos días en que escarabajos lacerantes consumían muerte, en tu lecho, colmado de manzanas flagrantes que llenan de incienso la noche, la muñeca de rosadas mejillas se acostaba sobre alas secas de mariposas asexuadas. Porque la forma del ser jamás será revelada, porque los pasados inmaturos no se entrelazan con los presentes inconexos y, sobre todo, porque en la pseudomemoria no hay lugar para el arrepentimiento, no mientras las promesas sigan mordiendo cavidades oscuras repletas de ondas sonoras.
¡Qué soy tu puta, párteme en dos!, no puedo querida, las putas desde que fueron concebidas ya estaban partidas en dos. La navegante ha escrito tu réquiem, repleto de analogías circundantes, el réquiem de una puta dirás. Mientras la putrefacción acaba estas letras que se engendraron en colillas de cigarros y tus lágrimas rebosantes de espermicida se precipitan en tus inhóspitas llanuras en las que sólo mis sueños más frenéticos pueden perpetuarse...

XII
-¿De qué color son los ojos de los muertos?
-Quizás blancos o negros, quizás los muertos no tienen ojos, quizá no los necesitan.
-Yo no tengo ojos... ¿Hace mucho que estoy muerta?
-Los he visto alguna vez, perdidos entre la maleza del desván.
-¿Cómo eran?
-Estaban llenos de ausencia, de vacío, de decadencia.
-Bésame los párpados, mira como escondo la sangre de mis dedos en tu boca
Él nunca despertara. Será siempre lo mismo, gritar hasta la catarsis.
-No entiendo tus ojos, se están fundiendo con la hierba, se esconden de la noche. Entiendo tus historias rústicas, tus explicaciones mitológicas. También tu voz me asusta, a veces.
-Mira ¡qué bellas son las figuras geométricas!
Sólo soy la recreación de un momento perdido en el espacio, la necesidad de cubrir un vacío inagotable, la cordura que hacía falta, la ternura que se brinda a primera instancia, palabra clave que refleja mi ser repleto de luces negras. No te conozco, no me conozco, pero tengo ganas de buscarte, lluvia, de abrazarte, viento. Sálvame de ella y después baila conmigo; es la última petición de una muerta. Lo predijo la profeta, mis obsesiones siempre serán más grandes que mis aplomos.

XIII
La niña de los girasoles me conduce hacia su hogar y, como es de esperarse, vive en una colina repleta de estas flores que danzan con el viento.

Un enorme árbol se encaja entre el campo. Un columpio cuelga de sus ramas. Un poco más allá, el bosque neblinoso oculta figuras difusas.

La niña me dice que por ningún motivo me acerque al marjal-de-la-desesperación. Me toma la mano y bailamos entre girasoles de noche.

Una de las figuras difusas surge del bosque neblinoso. Con cara opaca, nos observa. Lleva una playera blanca y pantalón azul claro, y las manos en los bolsillos. La niña lo invita a unirse a la danza, pero él sólo observa. A ella le intriga esta figura, siente su mirada penetrar, los huesos desquebrajarse. En la piel se puntea la noche, y la figura caraopaca sigue mirando.

--Es hora de partir –me dice la niña.

--No, no me dejes –y lloro a la niña su ausencia.

--No te preocupes. Estaré dentro de ti.

Dicho esto, las lágrimas cesan y digo adiós, ella suelta mi mano y desaparece. Pero la figura caraopaca sigue mirando. Me mira rodeada de girasoles. Me mira cuando avanzo hacia el bosque neblinoso. Llego frente a su cara deforme.

Tu mente empieza a aceptarlo, dice una voz. Sigue. Obedezco. Toco lo que algún día fue una mejilla. Sus ojos son un reflejo de los míos. Hay en ellos añoranza, y el marjal-de-la-desesperación se desliza bajo nuestros pies. Nos miramos sumergidos en él, desesperadamente sumergidos. Y reflejada en el marjal no soy sino otra figura caraopaca.

XIV
Te escribiré un réquiem.
Pero antes, le pediré a tu cadaver que me coja una vez más.
A fin de cuentas, eso era lo único que te interesaba de mi "Tu capacidad de abrir las piernas" decías.
Así es, me entregaba sin reservas, me gustaba sentirte dentro, gemir, gritar como perra desquiciada.
No pienses que sólo era la exquisitez de tu sexo o la lascivia del mio.
Era amor, querido, te prefería sobre cualquier otro de mis amantes, por amor.
Cójeme esta última vez, has lo que quieras después, pero esta vez, querido, esta vez, te juro que no será por amor.

XV
Te bajé las bragas, fuiste la que más gritó.
Aún recuerdo el olor agridulce de tu sexo.
Has quedado grabada en la memoria de mi pared.

5 de abril de 2011

Me gusta tomar el látigo y golpearme con él cuando hace calor, me gusta estar desnuda y sentir como la sangre y el sudor se mezclan y resbalan por mi fustigado ser.
Hoy saldré a la calle, los entes sentirán que son calcinados por el sol, se secará su lengua y la boca caerá a pedazos, entonces yo me masturbaré con mi látigo, me golpearé la espalda hasta alcanzar el orgasmo, los salpicaré con la humedad de mi vagina y eso los dejará completamente erectos y ardientes, entonces, con mi cara de vieja reiré.

23 de marzo de 2011

Compendio de escritos de la temprana edad (Parte Dos Millones)

VI
Cada noche siento a la muerte rodear mi cama buscando la oportunidad de llevarme consigo. Cada noche una lucha constante con los fantasmas del hoy. Estas noches mías tan estrambóticas, tan llenas de soledad, desvaríos, suspiros, lágrimas interminables y acero perforando la piel. Noches punzantes de diosas perdidas, cánticos de antaño, nervios destrozados, lunas negras y todo rodeado de sombras. Ahora amanece, la muerte se ha marchado.

VII
Mordiendo mis pies he decidido buscarte entre los pelos de gato que dejaste en el sofá.

VIII
Las cosas empezaron a difuminarse y a expandirse, el cuerpo y cerebro se atrofiaban; un gran silencio invadió la habitación, un frío soplo traía consigo como mágicas visiones a dos extraños seres boreales rodeados de luces rojas y amarillas, tan hermosos, tan perfectos, tan estúpidos e inútiles. “¿Qué me ven?” gritaba desesperada, pero parecían no escuchar, sólo veían con sus enormes, negros y deformes ojos.

IX
Caminando entre los cuerpos inertes que la pequeña matanza había dejado, sentí una terrible excitación al mirar la sangre deslizándose sobre la pálida piel de una mujer desnuda, al percatarme que nadie me observaba me acerque cautelosamente y comencé a palpar poco a poco cada parte de su suave piel, la sensación resulto ser tan extasiante que no pude detener el impulso y rocé mis genitales con su cuerpo, los frote por su cara bajando por su cuello hacia sus blancos y redondos pechos hasta llegar a su tibio sexo, ultrajándola una y otra vez, lamiendo la sangre que corría por su vientre como si yo fuese una criatura de la noche, devorando a su presa, y con una sed que jamás sería saciada.

X
Siempre hay algo que escribir, sólo que, a veces faltan palabras para hacerlo o imaginación, a algunos les faltan sueños pero, te puedo decir, que a mi me faltan dedos, me falta vida.


2 de febrero de 2011

Compendio de escritos de la temprana edad (Parte Un Millón)

I
Lágrimas que se esconden en las carcajadas del día, llanto de ilusiones que brota de la parte más árida de mi cuerpo ardiente. La rareza crepuscular de los símbolos que no pueden salvarme. Una sombra en el espejo de lo que fui o quise ser. Los días han quedado perdidos, los amores sumergidos y las esperanzas tiradas por la tubería. Tristemente imagino las sonrisas que recorrieron mi habitación, las tardes lluviosas de mi niñez, el movimiento rítmico de las hojas, el sabor profundo del café, la casa de dos aguas donde mi abuela siempre deseó vivir, aquel lugar donde quedaron encerradas nuestras imaginaciones.

II
La inspiración se ha ido, queda ahora una bolsa de ilusiones rotas. Empieza el viaje que me lleva al final del camino donde encontraré el verdadero significado de "despegar el vuelo", seré la energía que mueve a las criaturas aladas, me convertiré en brisa fresca moviendo las ramas de los árboles. Pronto llegará el día, pero primero debo cruzar la interminable brecha del nosotros, dejar de succionar la sangre que segregas por los poros, de saquear tu esencia para no dejarte vacío, de salir corriendo entre las sombras y terminar el ciclo de lastimar y ser lastimado.

III
En dónde ha quedado mi sueño de invierno, en qué lugar de mi memoria te has perdido, creí haberte dejado en el callejón donde aquella noche se fundieron las quimeras de nuestra seudomnesia. Un shock erótico carnal, sibarita sideral, un show sicalíptico. Mutismo ocasional, sólo resopla la ausencia de tu esperma, la escasa luz de tu mirar y el sabor de tu sangre fermentada. Tal vez algún día te encuentre en aquella acrópolis lejana, tan aéreo como siempre, donde aún nos queda ese vago recuerdo que se desvanece. No te pierdas dejándome en este hastío y borra todo vestigio de dolor.

IV
... después de eso todo fue silencio y el lugar donde habitaba quedó desierto...
Sólo era un cuarto vacío en el que una vieja silla trataba de evitar el eco de una voz que no paraba de gritar; una tubería descompuesta, una cerradura oxidada, una esperanza muerta, era lo único que quedaba. Las paredes se pintaban de sangre al morir el sol, la luz se colaba por la gran ventana reflejando la nostalgia de un amor perdido entre sábanas. La pared de un edificio gris se observaba en frente de la gran ventana y a la izquierda un rincón oscuro repleto de desperdicios de comida y un animal muerto, cuyo hediondo olor impregnaba la habitación.
Una lágrima corría por su mejilla, ella se encontraba sentada abrazando sus rodillas, observando la pared blanca que parecía ser su única compañera. Un camisón cubría la desnudez de su cuerpo de aquel frío espectral que la recorría causando escalofríos en su espalda.

V
Marianna, mi querida Marianna, hace ya años que mis letras dejaron de funcionar, son ahora insectos destripados en la cara de los adultos. Marianna, querida mía, vamos lentamente por la vereda mientras me miras cantar aquellas canciones que no te gustan, ¿sabes por qué no te gustan? Es por que tú, Marianna, escuchas con los ojos.

22 de abril de 2010

Delirios de las 4.43

"Es momento de ir, yéndose poco a poco
el tiempo de las cerezas
nunca llega en noviembre
no me apetece escribir hay otras formas de huir
y esta loco por solo, solo por loco"


Tengo sueño pero los mosquitos no me dejan dormir, tengo tarea pero los mosquitos tampoco me dejan avanzar, tengo ideas que mi cuerpo nunca me dejará externar, tengo límites y es un secreto a voces para escapar. Dame algo en que creer, dame otra noche para seguir flotando, dame otra oportunidad para demostrar que no he perdido.
Me he equivocado mil veces, pero sigo aquí, sin saber que hago, vivendo de una memoria del futuro, respirando piedras huecas y espantando a los mosquitos con un incienso que jamás termina.

27 de septiembre de 2009

Solo, soy un abombado más.

Sólo soy un abombado más.

14 de mayo de 2009

Había animales que parecían cocodrilos pero no eran cocodrilos

Tuve un sueño muy extraño de unos árboles hechos de burbujas que al reventar olían a menta y volvían a crecer, bueno a inflarse, y se reventaban otra vez pero ahora no sólo olían a menta, también salpicaban colores fluoresentes... Era genial!!
Ayer quise escribirlo pero a la hora que me disponía a hacerlo se me ocurrió la maravillosa idea de instalar un antivirus a mi computador (después de dos años sin uno) no debí hacerlo, estuve como dos horas cerrando letreros de "se ha detectado una amenaza de virus, qué desea que haga bla bla bla bla" Acabé hartándome y apagando todo a la mala...
Después estaba muy cansada para continuar escribiendo el sueño así que fui a dormir pero como tengo insomnio mejor pensé en aquello que Calavera me dice siempre "todas las cosas se parecen a su dueño"
Sí, mi usb se aferra a todos los puertos a los que se conecta, el computador, aparte de tener 86mil millones de virus (debido a que no le gusta vacunarse) es un tanto esquizofrénico-paranoico, el monitor se deprime y duerme cuando más lo necesitas, el celular esta bien un momento y luego se apaga y se prende sin razón aparente, mi ropa (y mi habitación en general) parecen limpias pero en realidad están bastante sucias y te percatas de ello hasta que buscas el cargador del celular (pensando que la falta de batería es la causante de que se prenda y apague), te das cuenta cuando mueves el cable del monitor (creyendo que quizá así despierte) y terminas estornudando llena de polvo...
En fin... Le conté a mi psicóloga mi sueño y me preguntó si me drogaba, como el incienso no cuenta respondí que no, entonces dijo tienes sueños muy bonitos y cambió el tema.
Me gusta pensar que en verdad lo cree y no que lo dijo sólo por cortesía.
El punto es que nunca pude escribir mi sueño y se me olvidó la mayoría, ahora sólo recuerdo los árboles de burbujas pero estoy segura que había más cosas y todo por culpa de ese maldito antivirus, mi computador estaba muy bien antes de el... bueno, quizás no, pero todo apunta a que al no saber que estaba enfermo no demostraba ningún síntoma, debí dejarlo en la ignorancia.
Hoy también tengo insomnio y sólo para probar algo nuevo (eso creo PND) me dieron ganas de escribir algo largo, aburrido y autorreferencial. Esto no me ha ayudado a dormir, tampoco me quita el dolor de cabeza ni me ayudó a recordar el sueño, pero al menos hace más llevadera la pelea contra los virus mutantes del computador y como ya no sé que más escribir me voy.

20 de abril de 2009

No me gusta ver fotos de gente que ha desaparecido, nunca he entendido el por qué.
Me provoca un noséqué muy extraño.