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20 de diciembre de 2010

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Has cambiado, no sé exactamente de que forma pero algo murió en ti, quizá de manera violenta o tal vez gradual, atropellada en una autopista o en una cama de hospital. Intentó escribirse en un renglón, suplicó al papel y a la tinta, se arrastró ante las respiraciones y el formol, rasguñó las cortinas y todos los cojines del sofá y, aún así, nada pudo salvarla. En gasa roja envolví su rostro, el cuerpo pastoso quedó expuesto, los pechos sin piel, las uñas sin dedos y un abismo en el estómago. Dejé sus gritos en el lavadero, expiando sus culpas ensucian los trastes, sobre el buró quedaron sus cabellos, enredados en el peine que alguna vez me hizo sangrar y en el retrete, en el retrete cariño, allí quedaron sus ojos, viéndome descollar.